Productos solidarios: una mina sin explotar

Agustín Pérez, director de Ágora Social

A diferencia de las empresas, las ONG están acostumbradas a hacer más con menos. Han de agudizar el ingenio para conseguir buenos resultados con un presupuesto muy restringido.

Una vía de financiación con posibilidades inconmensurables es la comercialización de productos solidarios. A pesar de su potencial, se explota hoy por hoy muy poco.

Hay organizaciones, como la Fundación Juegaterapia, que ha conseguido hacer de sus muñecas pelonas una gama de productos estrella que le proporciona cuantiosos ingresos cada año.

Sin pretender dar con una «mina de oro» así, se pueden llevar a cabo campañas de corta duración sin necesidad de crear un producto especial, sino aprovechando uno que ya exista.

Por ejemplo, escuché relatar a Cecilia Alcaraz, fundraiser en Alzheimer Catalunya, cómo consiguió 24.000 € para ayudar a personas afectadas por esa enfermedad vendiendo una sencilla goma de borrar con el logo de la organización. El producto fue donado por el fabricante. Con el lema «Que no se borren los recuerdos», se podía adquirir en todas las tiendas de Abacus en Cataluña.

El producto tiene que tener una conexión simbólica con la causa.

En este caso, querían significar que al igual que una goma de borrar sigue siendo a pesar de que su desgaste la convierte en un minúsculo trozo, las personas con Alzheimer siguen siendo personas aunque buena parte de su memoria haya desaparecido.

Este tipo de operaciones de marketing con causa, además de proporcionar fondos, suelen ser una oportunidad de obtener cobertura informativa, lo que redunda en la notoriedad de la organización y de su causa.

Hay infinidad de productos en el mercado que pueden ser asociados fácilmente a una causa. Para la empresa, puede ser más fácil colaborar con una donación en especie que dineraria. Así mismo, puede tener un interés comercial si considera que un producto así puede incrementar las ventas y se queda con parte de los ingresos.

En esta modalidad de recaudación de fondos el límite es la imaginación.

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Fuente imagen principal: Fundación Juegaterapia