Ágora Social

¿Mayor diversificación de ingresos equivale a mejor salud financiera? 

Por Agustín Pérez, director de Ágora Social.

Una idea que en el tercer sector se acepta como un dogma es que cuanto mayor sea el grado de diversificación de las fuentes de ingresos, mejor. 

Ciertamente muchas ONG necesitas diversificar su financiación, pero no siempre es lo más adecuado. 

Los beneficios de la diversificación saltan a la vista: 

Flexibilidad. Las fuentes de financiación pueden experimentar cambios importantes a pesar de que se muestren aparentemente estables. Por ejemplo, la financiación pública puede verse muy afectada por un cambio de signo político (la llegada al poder de un partido que tiene prioridades diferentes) o un cambio normativo (por ejemplo, la descentralización en la concesión de subvenciones). Una organización que depende casi enteramente de contratos públicos puede desaparecer de la noche a la mañana si se cancelan. En cambio, si depende de ellos al 50% y la otra mitad de ayudas privadas, el golpe puede ser muy duro, pero no mortal. 

Autonomía. Tener más dinero del que se necesita estrictamente para sobrevivir y que venga de distintas fuentes da a la organización más libertad para dedicarse a lo que considera prioritario y a decir públicamente lo que piensa. He visto la diferencia entre una organización que puede denunciar lo que quiera sin temor a recibir una represalia económica y la de otra organización que me confesaba que no podía hacerlo porque no podía morder la mano de quien le da de comer. Conocí también otra organización que reconocía que no podía trabajar en solucionar el problema social que consideraba más importante porque su financiador público prefería atender otro tipo de asuntos. 

Capital social. Cuantas más fuentes de financiación tiene una organización, más arraigo social tiene. Este arraigo genera visibilidad, credibilidad y legitimidad. Compara la diferencia entre una organización que se financia con las aportaciones de un puñado de grandes empresas con otra que, además de tener apoyo empresarial, cuenta con una amplia base de pequeños y grandes donantes individuales, de aportaciones de fundaciones y de subvenciones públicas. Hay organizaciones que no lo necesitan para cumplir bien con su misión (por ejemplo, una entidad cultural o educativa), pero otras sí (sobre todo, las organizaciones más reivindicativas). 

Si la diversificación tiene tan grandes ventajas, ¿cuáles son sus inconvenientes? 

Complejidad. Cada nueva línea de financiación añade complejidad al programa de captación de fondos. Requiere nuevas competencias para el equipo. Una dispersión excesiva de sus esfuerzos puede malograr su eficacia. Introduce nuevos factores de incertidumbre relacionado con probar métodos nuevos. Piensa, por ejemplo, en una organización que es muy buena elaborando propuestas para financiadores institucionales y ahora quiere saltar a la arena de la competencia por ganarse el favor de los donantes individuales mediante la comunicación digital. Los fallos de primerizo pueden costar dinero. De modo que entraña cierto riesgo. Hay que sopesar bien la capacidad de la organización para ampliar su portfolio de fuentes de financiación. 

Interferencias. La combinación de distintas fuentes de financiación puede generar interferencias entre ellas. Por ejemplo, una organización puede tener dificultades para conseguir crear una base social de apoyo cuando se sabe o se percibe que cuenta con mucho apoyo gubernamental. La gente puede pensar que no necesita su dinero, ya que recibe generosas subvenciones. Es más, inducirla a pensar que no le corresponde sufragar de su bolsillo esa causa, ya que es responsabilidad de los poderes públicos.  

Mayores costes de transacción. Cada modalidad de financiación entraña diferentes costes. Por ejemplo, los contratos públicos conllevan una gran carga de trabajo administrativo para optar a ellos, gestionarlos y rendir cuentas a los financiadores. Un programa de donantes individuales requiere tener capacidad administrativa y técnica para procesas numerosas pequeñas aportaciones, así como desplegar una actividad comunicativa continuada que consume muchos recursos humanos. Combinar distintas fuentes requiere de diferentes especializaciones que redundan en un incremento de los costes indirectos. Si algunos de los financiadores son muy sensibles a la proporción que alcanzan tales costes, su apoyo puede debilitarse. También puede suscitar las reticencias de la junta directiva o el patronato. 

Cada fuente o tipo de financiación tiene unos atributos de fiabilidad, restricciones, costes (dinero y tiempo) e implicaciones políticas que hay que valorar. Porque pueden no adecuarse a las características de la organización. 

No todas las fuentes son iguales. Una ONG que se sostiene únicamente con muchas pequeñas donaciones de la ciudadanía goza de mucha flexibilidad financiera, autonomía política y capital social. En cambio, la financiación institucional, pública y privada, es más problemática con relación a esos atributos. 

En general, cierto grado de diversificación es positiva, sobre todo para esas organizaciones dependientes en exceso de la financiación pública que las hace muy vulnerables. Pero hay que practicarla con prudencia y buen juicio so pena de resultar contraproducente. 

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