La fortuna favorece al valiente
Apr 28, 2022Agustín Pérez, director de Ágora Social
Al ofrecer los servicios de Ágora Social a las ONG nos enfrentamos a variadas reservas. La más habitual es: ¿valdrá la pena realizar esta inversión? Es un temor comprensible.
Lo que ya no encuentro tan comprensible es una objeción con la que me he tropezado, por fortuna, pocas veces: «Es que nunca hemos trabajado con una empresa».
Yo pienso: «¿Y qué? Siempre hay una primera vez para todo».
Lo que refleja este reparo me parece que es un síntoma de una cultura organizacional poco innovadora. «Nunca hemos trabajado así. Creo que la dirección (o la junta directiva) no lo va a aprobar».
¿Desde cuándo la decisión sobre una inversión o de cualquier otra índole depende de que exista un precedente?
Creo que las ONG suelen tener una gran aversión al riesgo. Es una manifestación de su mentalidad de escasez. Temen tanto un fracaso, que prefieren renunciar a un posible éxito.
No se dan cuenta de que no podrán alcanzar metas que aún no han logrado si no se permiten hacer cosas que aún no han hecho.
Cuando yo trabajaba como recaudador de fondos en Amnistía Internacional, una vez que me granjeé la confianza de la dirección, me aprobaban sin problema iniciativas que suponían una inversión extrapresupuestaria si se valoraba que podrían tener razonablemente un resultado positivo. Como la dirección no tiene criterio para realizar una evaluación propia, al final la decisión descansa en la confianza en el criterio del responsable de captación de fondos.
He conocido algunas organizaciones en las que incluso destinan algo de dinero a probar ideas nuevas que tienen una alta probabilidad de no fructificar. En alguna las llamaban «ideas locas». Naturalmente, tiene que tratarse de un riesgo calculado, que no pueda ocasionar un quebranto financiero importante.
Por supuesto, cuanto más débiles son las finanzas de la organización más prudente debe ser en sus inversiones.
Pero lo que me parece que no tiene justificación alguna es alegar que no se va a hacer porque nunca se ha hecho hasta ahora. Esto es conservadurismo. Peor aún, inmovilismo. Difícilmente una organización va a prosperar con este miedo a salirse del camino conocido.
Así que abogo por una cultura del atrevimiento. Por una disposición a encontrar nuevas soluciones a los problemas aceptando riesgos asumibles y tratando de minimizarlos mediante el establecimiento de pruebas o metas intermedias que no comprometan el total de la inversión.
Como dijo Albert Einstein: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo». A lo que yo añado: si no lo haces ahora, probablemente no lo harás nunca.
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