Cómo argumentar la solicitud de fondos no finalistas
Mar 12, 2024Por Agustín Pérez, director de Ágora Social
Cuando solicitas fondos para un proyecto concreto orientado al cumplimiento de la misión, resulta fácil ofrecer argumentos para persuadir al financiador: describes la necesidad, expones la solución, indicas por qué hay que actuar, etc. Sin embargo, cuando pides dinero para apoyar la labor general de la organización, la cosa se pone más difícil.
¿Cómo convencerle que dé dinero sin un destino específico? Te doy a continuación munición para que te armes de argumentos.
Para que las ONG sean más eficaces a largo plazo necesitan dinero no solo para sus programas, sino también para reforzar su capacidad operacional.
Necesitan, por tanto, financiadores que apoyen su fortalecimiento institucional o que den fondos de libre disposición que la organización pueda emplear, al menos en parte, en mejorar sus capacidades.
Estos fondos pueden emplearse en contratar más personal (a menudo escaso en funciones de gestión), mejorar su formación o atraer talento senior. En poner en marcha acciones experimentales que den lugar a fructíferas innovaciones. En desarrollar su comunicación y su captación de fondos. En llevar a cabo evaluaciones del impacto de los programas y mejorar su control financiero y contable. En dotarse de mejores infraestructuras, como un nuevo espacio físico, herramientas para el trabajo remoto o más modernas tecnologías de comunicación. En mejorar su seguridad en los casos en los que el personal afronta riesgos.
Los fondos de libre disposición contribuyen de forma significativa a la estabilidad financiera a corto y a largo plazo.
Por ejemplo, permiten afrontar sobrecostes inesperados en los programas, cubrir desfases de tesorería o el agujero creado por un financiador finalista que retira su apoyo de forma imprevista, contribuir a programas co-financiados que requieren que la organización aporte una parte de su coste, constituir reservas más amplias que cubran al menos tres meses de gasto, invertir en acciones de captación de fondos que pueden hacer a la organización más autosuficiente, etc.
Así mismo favorecen que la organización actúe con mayor coherencia estratégica. Se dedicará más a aquello que considera prioritario hacer, en lugar de desviarse en actividades de interés secundario e incluso ajenas a la misión. Permiten que la organización viaje en el asiento del conductor, en lugar de ir en el del copiloto o en los asientos traseros.
Pueden usar esos fondos en mejorar su planificación estratégica, en mejorar su gobernanza, en reforzar su equipo directivo con personal más experimentado, en crear una escuela para el fomento del liderazgo interno.
Pueden emplearse en acciones de incidencia política y de litigación, que normalmente no son subvencionadas porque a los poderes públicos no les gusta pagar para que les denuncien.
También permiten atender necesidades sobrevenidas que requieren una cobertura urgente, como las que pueden originarse por un desastre natural, una pandemia o cualquier otro cambio súbito en el entorno.
En definitiva, se trata de invertir en la misión completa de la organización, no en uno de sus proyectos. Si el financiador quiere ver cambios sistémicos y confía en el buen hacer de la organización, debería plantearse apoyarla en su conjunto.
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