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¿Financiación universitaria a la americana?

general Mar 01, 2015

Por: DAVID MORENO

¿Pueden las universidades españolas desarrollar programas de mecenazgo similares a los existentes en Estados Unidos? ¿Es posible cambiar una cultura tradicionalmente basada en el papel preponderante de las administraciones públicas como financiadoras de la educación superior? ¿Es realista pensar que los antiguos alumnos pueden llegar a ser algún día donantes habituales de los centros educativos en los que se formaron?

El debate sobre la financiación universitaria lleva instalado muchos años en nuestro país sin que aún se haya encontrado una posición de consenso. Si bien hay quienes defienden una educación superior costeada en su totalidad con fondos públicos, aunque eso suponga elevar la ya asfixiante carga impositiva que soportan la mayoría de ciudadanos, cada vez son más las voces que apuestan por desarrollar programas de mecenazgo para generar más ingresos que hagan viable el sistema educativo español, en especial el universitario.

Sin entrar en otros componentes que indudablemente afectan a la sostenibilidad de este sistema (exceso de universidades, falta de especialización, modelos endogámicos, etc.), nos planteamos qué requisitos son necesarios para lograr lo que hoy a muchos les parece imposible: que el fundraising se convierta no sólo en una tabla de salvación, sino en una oportunidad extraordinaria para posicionar a nuestras universidades y centros educativos entre los mejor financiados del mundo.

El principal argumento esgrimido por los sectores que albergan posturas pesimistas o escépticas hacia la opción del mecenazgo es que España carece de cultura filantrópica. Es obvio que nuestro país está literalmente a años luz de naciones como Estados Unidos, cuyos habitantes llevan impregnada en su ADN la voluntad de contribuir a causas sociales, educativas, culturales o benéficas.

Sin embargo, la experiencia demuestra que las sociedades cambian. Y la española no es una excepción. Antes no emprendíamos (“que inventen ellos”, proclamaba Unamuno) y ahora emprender está de moda. Antes lo decente era salir de la oficina a horas intempestivas como ejemplo de trabajo duro y ahora se demuestra que la productividad de los trabajadores aumenta si se les permite conciliar la vida laboral y personal. Antes parecía impensable trabajar en un espacio que no fuera la oficina y ahora son muchos los empleados que prestan sus servicios desde su casa.

Por lo tanto, estamos convencidos de que es perfectamente posible implantar, con determinación y perseverancia, una cultura de mecenazgo en nuestro sistema educativo. ¿Qué se requiere para ello? A mi juicio, 3 elementos fundamentales:

1. Prestigiar la figura del mecenas: las universidades, escuelas de negocios, colegios y demás centros formativos deben rendir a los mecenas el mayor reconocimiento público posible. Por dos razones: porque se lo merecen y porque así se convierten en referentes para la comunidad educativa. Si queremos que los alumnos actuales donen en el futuro a nuestra organización es preciso que ya durante su estancia en las aulas se empapen de un ambiente de reconocimiento y gratitud hacia los mecenas. Por ejemplo, la firma de convenios con grandes donantes ha de ser pública, con la presencia de alumnos, profesores y otros miembros de la comunidad educativa, en lugar de celebrarla poco menos que en la clandestinidad de un frío despacho. También resulta esencial otorgarle toda la visibilidad posible en los canales de comunicación de la institución.

2. Hablar de fundraising con naturalidad. Los centros educativos no deben temer por su reputación si expresan su necesidad de recaudar fondos. ¿Están acomplejadas Harvard o Stanford por pedir dinero? ¡Lo hacen hasta en las páginas de inicio de sus sitios web! Hay que convertir en natural lo que es natural: que para estar entre los mejores del mundo hacen falta recursos. Que la educación de alto nivel es cara, pero la mediocridad lo es aún más.

3. Compromiso y profesionalidad: no se puede captar fondos de manera eficaz si toda la organización no acepta esta nueva cultura. El centro educativo debe comprometerse en la tarea, empezando por los máximos directivos, que han liderar el proyecto, aceptar que los frutos llegarán en el medio-largo plazo y contratar a profesionales o consultores con experiencia en esta materia.

Precisamente el próximo 24 de marzo se va a celebrar en Madrid una interesante jornada, organizada por Ágora Social, que llevará por título “Captación de fondos para universidades y centros educativos”. En ella se darán cita expertos en fundraising educativo y representantes de destacadas universidades españolas, que presentarán las mejores opciones y estrategias de captación de fondos en el ámbito educativo, así como experiencias de programas de mecenazgo puestos en marcha por universidades españolas y extranjeras. Será una ocasión inmejorable para conocer cómo afrontar con garantías una cuestión que, por su necesidad, está de plena actualidad. Más información sobre el programa e inscripciones en este enlace.

En la jornada se entregará a todos los asistentes un ejemplar de la guía rápida “Captación de fondos para universidades y centros educativos”, editada por Ágora Social y que también se puede adquirir a través de la editorial Bubok.

 

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